De la abuela: remedios que curan el alma y la gripa

De la abuela: remedios que curan el alma y la gripa

Los menjurjes de la abuela: remedios que curan el alma y la gripa

A lo largo de la vida hemos recibido infinidad de consejos, pero pocos tan sabios, amorosos e inolvidables como los que vienen de nuestros abuelos. Ellos, con sus manos cálidas y remedios caseros, nos enseñaron que para casi todo mal; en especial la gripa, siempre había una solución en la cocina, el jardín o la alacena. Hoy quiero compartir las memorias más valiosas que me dejó mi abuela. Secretos que me han salvado más de una vez de esas gripas tremendas, usando solo ingredientes sencillos que cualquiera puede conseguir.

Las opciones naturales para combatir la gripa nos han acompañado desde nuestros ancestros, y entre todas, los famosos menjurges de la abuela son los más recordados y confiables. Así que, como diría ella con su voz pausada y esa mirada que todo lo sabía: “Mijito, si está con gripa, escúcheme bien lo que le voy a decir…”

Y ahí empezaba su lista, siempre con la seguridad de quien ha visto curar mil resfriados. Primero, el propóleo con miel, “mano de santo” para ella. El propóleo, ese escudo que fabrican las abejas, combate virus y bacterias, mientras la miel suaviza la garganta, calma la tos y da un empujón de energía.

Para reforzar las defensas, nunca podía faltar el polen: pura vida en forma de diminutos granitos, cargados de vitaminas que ayudan al cuerpo a ponerse de pie más rápido. Y como merienda curativa, nunca faltaba el marañón, dulce, delicioso y lleno de vitamina C, ideal para fortalecer, limpiar y nutrir mientras la gripa se va por donde vino.

En las tardes frías, la receta era clara: agüita caliente de jengibre con limón, que calienta el pecho, despeja la nariz y alivia la congestión. A veces le añadía un toque de cúrcuma, ese polvito dorado con gran poder antiinflamatorio y antioxidante, perfecto para bajar la fiebre y limpiar el cuerpo.

Si la nariz seguía terca, recurría a los vapores de eucalipto. “Eso destapa el pecho y la nariz como por arte de magia”, aseguraba. Y uno terminaba creyéndole, porque después de seguir todos estos pasos… la gripa no tenía más remedio que irse.

Y si puede, tómese un tecito caliente de eucalipto, jengibre o hasta con cáscara de limón con estas maravillas. Eso lo va a hacer sudar, limpiar el pecho y dormir mejor. Pero eso sí: ¡nada de andar descalzo, ah! Tómeselo con juicio, uno o dos veces al día, y verá cómo se le va yendo esa gripa. Y si no mejora, ya sabe: toca ir al médico.