La creciente preocupación por parte de los consumidores, por saber qué están comiendo, ha generado una revolución alrededor del tema de etiquetado nutricional, en la que ya no solo importan las calorías, proteína, grasa y azúcar contenidos en los alimentos; sino también la información adicional, como por ejemplo el listado de ingredientes, la adición de compuestos sintéticos, e incluso el procesamiento que se realizó hasta obtener el producto final.
Las etiquetas nutricionales tienen como finalidad proporcionar información general del alimento que contienen, resumiendo sus aspectos más importantes en una especie de “hoja de vida” del producto, sin embargo por años fueron ignoradas y llevadas a un segundo plano por parte de los consumidores, por lo que la industria hasta entonces no se había preocupado por elaborarlas de forma clara y comprensible. Esto definitivamente ha cambiado, en el sentido que los consumidores de hoy se informa más, se interesan más, dominan más conceptos, y sobre todo se han empoderado mucho más de su salud; y la manera que tiene la industria de responder a esto es evolucionando en su forma de comunicar la información de sus productos, buscando generar ante todo confianza en quienes los consumen.
Algunas de las tendencias que buscan hoy en día los consumidores en las etiquetas de sus alimentos son: aportes bajos o moderados de sodio, grasa saturada y azúcar, listas de ingredientes cortas, palabras comprensibles, fáciles de leer, sabores y colores naturales, productos libres de conservantes químicos, ingredientes conocidos y en general lo más naturales posibles, productos que no se hayan testeado en animales, empaques ecológicos, entre otros. De esta manera, una etiqueta nutricional que cumpla con estas condiciones se considerará transparente, dará confiabilidad e invitará a consumir dicho alimento.
Cabe aclarar que este interés sobre el control de los alimentos que se consumen, se ha extrapolado a los alimentos que no tienen etiquetas nutricionales, como son básicamente frutas, verduras, hortalizas, y en ocasiones cereales, semillas y granos cultivados de forma artesanal. En estos, como no hay etiquetas que revisar, la preocupación se ha volcado a seguir la trazabilidad de los productos, es decir, las personas quieren rastrear el recorrido que sus alimentos han recorrido desde su siembra, cultivo, recolección hasta la llegada de estos a su mesa; y si esta información viene acompañada de un poco de la historia de estos productos, ¡mucho mejor!
En este tipo de alimentos que no cuentan con una etiqueta, la tendencia creciente que persiguen los consumidores se basa en los productos orgánicos o ecológicos, es decir, en los que en su proceso de producción no se hayan utilizado agentes sintéticos, como pesticidas, herbicidas y fertilizantes artificiales.
Y tú, ¿Cuáles alimentos prefieres? ¿Ya revisaste las etiquetas nutricionales de los alimentos que consumiste hoy?
Por : Camila Henao Uribe – Nutricionista Dietista U de A